Según la Leyenda áurea Lázaro sintió que los judíos le buscaban para matarlo, ya que predicaba la resurrección de Cristo. La leyenda dice que su palio episcopal le había sido entregado por la misma Vírgen María, quien lo había tejido. Fieles seguidores de Jesús estaban en el Gólgota durante la crucifixión de Jesús y más tarde llegaron a su tumba en la madrugada siguiente, día sábado con mirra (aceite aromático de alto precio )- de acuerdo con la tradición judía- para ungir el cuerpo de su Señor.