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SAN ANTONIO DE PADUA 17.5 CM

Para peticiones y ofrendas donde necesitamos el amor, pareja, familia y encontrar objetos perdidos.
SKU: AJ5022
22,00 €

Patrono de las mujeres estériles, los pobres, viajeros, panaderos y albañiles. También conocido como san Antonio de Lisboa fue un fraile, predicador y teólogo portugués.

Cuenta la leyenda que en las cercanías de Padua, que un grupo de hombres rechazaba con sornas y burlas; éste, viendo el río, consideró que valía más la pena predicar a los peces que a estos hombres de corazón tan duro, recordando además que nadie aún había anunciado la Palabra a esos animalitos de Dios. Se dirigió a la orilla, desde allí, con gran fervor de espíritu comenzó a predicarles, enumerando todos los bienes que Dios les había concedido. Los peces comenzaron a acercarse y amontonarse cerca del predicador, sacando fuera del agua la parte superior de sus cuerpos, abrían sus bocas, y lo miraban atentamente. Lo escucharon con gran devoción, ninguno se movió hasta que la predicación terminó, y no se alejaron hasta no haber recibido la bendición y después se dispersaron dando grandes saltos sobre la superficie del agua.

Patrono de las mujeres estériles, los pobres, viajeros, panaderos y albañiles. También conocido como san Antonio de Lisboa fue un fraile, predicador y teólogo portugués.

Cuenta la leyenda que en las cercanías de Padua, que un grupo de hombres rechazaba con sornas y burlas; éste, viendo el río, consideró que valía más la pena predicar a los peces que a estos hombres de corazón tan duro, recordando además que nadie aún había anunciado la Palabra a esos animalitos de Dios. Se dirigió a la orilla, desde allí, con gran fervor de espíritu comenzó a predicarles, enumerando todos los bienes que Dios les había concedido. Los peces comenzaron a acercarse y amontonarse cerca del predicador, sacando fuera del agua la parte superior de sus cuerpos, abrían sus bocas, y lo miraban atentamente. Lo escucharon con gran devoción, ninguno se movió hasta que la predicación terminó, y no se alejaron hasta no haber recibido la bendición y después se dispersaron dando grandes saltos sobre la superficie del agua.

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