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SAN ONOFRE 19 CM

Es un santo muy honrado y recordado hoy en día por los coptos, y venerado también por los católicos. Es conocido como uno de los Padres del yermo.
SKU: AJ5037
22,00 €

Patrono de Algemesí, Alguazas, Cuart de Poblet, L'Alcúdia de Crespins, Mónaco, Múnich, Salobreña, La Lapa ( Badajoz, Extremadura) Fuentes de León ( Badajoz, Extremadura); protector de los tejedores, de los que quieren conseguir casa propia y de los viudos.

La leyenda comienza cuando un caballero llamado Juan de Torres, de noble familia, tras haber vivido de forma desordenada y pecaminosa, quiso purgar dichos pecados entrando de lego en el convento de San Francisco. Dedicado a la penitencia y a los más humildes trabajos, de noche gustaba rezar en la Capilla de San Onofre. La noche del dos de noviembre, festividad de las Ánimas Benditas, mientras se encontraba entregado a la oración, vio entrar un fraile de su misma orden, que pasaba a la sacristía y volvía a salir al poco rato, vestido como para oficiar la misa. El fraile depositaba el cáliz en el altar, miraba hacia los bancos, daba un gran suspiro y, recogiendo el cáliz sin haber dicho la misa, se volvía a la sacristía de la que salía poco después, ya sin revestir, cruzando la iglesia y desapareciendo. Todo el mundo creyó que era San Onofre aparecido y se ofció una misa en su nombre.

Patrono de Algemesí, Alguazas, Cuart de Poblet, L'Alcúdia de Crespins, Mónaco, Múnich, Salobreña, La Lapa ( Badajoz, Extremadura) Fuentes de León ( Badajoz, Extremadura); protector de los tejedores, de los que quieren conseguir casa propia y de los viudos.

La leyenda comienza cuando un caballero llamado Juan de Torres, de noble familia, tras haber vivido de forma desordenada y pecaminosa, quiso purgar dichos pecados entrando de lego en el convento de San Francisco. Dedicado a la penitencia y a los más humildes trabajos, de noche gustaba rezar en la Capilla de San Onofre. La noche del dos de noviembre, festividad de las Ánimas Benditas, mientras se encontraba entregado a la oración, vio entrar un fraile de su misma orden, que pasaba a la sacristía y volvía a salir al poco rato, vestido como para oficiar la misa. El fraile depositaba el cáliz en el altar, miraba hacia los bancos, daba un gran suspiro y, recogiendo el cáliz sin haber dicho la misa, se volvía a la sacristía de la que salía poco después, ya sin revestir, cruzando la iglesia y desapareciendo. Todo el mundo creyó que era San Onofre aparecido y se ofció una misa en su nombre.

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