El I Ching se basa en el concepto de la sincronicidad. La situación única que nos mueve a pedir la guía del I Ching, interviene para que la mano elija la carta que se sincroniza con nuestro problema. Si hiciésemos la misma pregunta más pronto, o si la hiciésemos más tarde, podríamos obtener una carta distinta y una instrucción diferente. Normalmente, el consejo que se recibe en la primera ocasión sigue teniendo vigencia durante días, semanas o incluso meses. En cualquier situación existe una una multitud de posibles recursos de acción. La ruta que el I Ching sugiere es la que seguiría el sabio. Es también el curso de la acción que está en sintonía con las Leyes de la Naturaleza, con la inevitable moralidad del Universo.