Pata de conejo, diente de león, trébol de cuatro hojas, estrella de David, brujita de la suerte, pirámide de amatista, cruz de Salomón... ¿Quién no se ha rodeado en alguna ocasión de un objeto con tradición ancestral para invocar a la suerte? Todos, creamos o no, ante una situación de incertidumbre, hemos recurrido a algún amuleto para atraer las bendiciones del cosmos. Por convicción o «por si acaso». A veces no sabemos los motivos, pero de forma inconsciente utilizamos amuletos, talismanes, mascotas, piedras y hasta fórmulas mágicas con una clara intención: conseguir que nos conecten con energías desconocidas.